viernes, 25 de septiembre de 2015

Cabeza de humano y patas de ave


Por Juliana Pacheco

Vamos a hablar de ti y de mí, o de mí y de ti, o esta bien, de los dos. El número dos, número destinado para el amor, es decir para ti, porque tú significas eso. 
Para dos objetos, dos personas, dos momentos, dos encuentros que coincidieron en la misma hora, el mismo minuto, el mismo segundo, imagino tus dos patas bastante horrorosas por cierto, alargadas, paliduchas, entrometidas entre el tumulto de humanos caminando hacia el mismo sitio justo en aquel momento en que quise detenerme a sujetar mis cordones que andaban sueltos y que además tuve que untarme las manos de barro y charco a la vez en aquella noche de lluvia. 

Y justo cuando quiero dar un vistazo hacia el cielo para asegurarme de que no habría nada encima mío, te encuentro a ti, unas patas de animal, todas embutidas en un traje de hombre, y quiero levantarme del suelo pero ver esta rareza me hace quedarme allí, congelada, muda. Y te das cuenta que te vi, me viste, nos vimos y quisiste evitar aquel incomodo momento, con tu cara tan dulce, cara de humano y patas de…no quiero decir, eras extraordinario, elegante, wow, aun me cuesta recordar esto. Y no podía evitar pensar en tus características, y darme cuenta que tu sola presencia podía irradiar una vibración particular, y aunque no podíamos siquiera pronunciar una sola palabra, pude sentir lo especial que eras, tus movimientos, tu olor fuerte, tus manos escondidas debajo de unos guantes, y todo envuelto en un abrigo de tonos claros, lo recuerdo perfecto. 

Y pudiste decirme algo, cuando al cabo de unas horas eras íntimo mío, una copa, otra y al fin me contaste cuál era tu rareza, ese elemento extraño que escondías bajo ese traje, pude descubrir que eras absolutamente anormal, pero intensamente encantador, sin planearlo tus palabras podían penetrar hondo y sentirlas como una melodía que se desliza pasando por la cutis y hasta llegar a tus huesos, que lograba sentir en una temperatura tan agradable que hasta perdía el hilo de lo que decías para concentrarme en esa vibración que conjugaba con el vaivén de tu mandíbula. En fin,  sentía esas manos tuyas ásperas y al librarte de tu abrigo, justo en el pecho observarte lleno de colores liderados por ese azul penetrante, azul con olor a azufre, azul vibrante, azul tú y para no edulzarte mas el oído, terminaré por hacerte recordar esos brazos, bueno digo plumas, todas extendidas, mi vista favorita, un firmamento lleno de estrellas. 


IMAGEN

VIA LARGE SIZE PAINTINGS & ILLUSTRATIONS: VOGUE 1909

9 mayo del 2011 por Mwgerard

http://mwgerard.com/krisatomic-via-large-size-paintings/

WEBGRAFIA

http://www.indif.com/india/national_symbols/national_bird.asp
http://www.whats-your-sign.com/peacock-symbolism.html