domingo, 23 de marzo de 2014

Miradas múltiples sobre el desfile de la casa Chanel en la Semana de la moda en París



La modernidad de las cosas caras
Por Tatiana Samper
http://ftalests.tumblr.com

Ir al supermercado es una de las acciones más comunes en el mundo actual. Sin embargo, se pensaría ¿qué tan probable es la visita a dicho mundo común por parte del mundo de clase y glamour de Chanel?  Lo más fácil sería pensar que el encuentro de estos dos mundos, el glamouroso y el común, seria casi imposible, como mucho una casualidad.

Con esta pasarela ese pensamiento quedó atrás. Karl Lagerfield, director creativo de la marca y diseñador de la colección mencionó, “¿Por qué un supermercado? Es algo de la vida de hoy y hasta las personas que se visten de Chanel van allá, es una declaración moderna de las cosas caras" (Chic, 2014). Es evidente su pronunciación a lo largo de la pasarela de otoño/invierno 2014, pero incluso va más allá. Es el mundo de Chanel inmerso en el mundo cotidiano, moderno y común. Y sí, evidentemente lo cotidiano y lo común a simple vista se convirtieron en la ambientación perfecta para la revelación de un lujo moderno. Jabones, escobas, frutas, pastelería hicieron del Gran Palais un supermercado, con descuentos, avisos e incluso anuncios por altoparlante. Pero quién iba a decir que se trataba de un supermercado de lujo, su nombre lo decía “Chanel shopping center” donde absolutamente todos los productos cambiaron su verdadero nombre por juegos de palabras que envuelven el fascinante mundo de Chanel. Un mundo que nunca ha dejado de deslumbrar y siempre se ha mostrado como lo más alto, un mundo de aspiraciones, de deseos, completamente lo contrario a lo común de lo cotidiano, a lo que necesitamos. Convinieron entonces en un mismo ambiente y con él aparecieron junto a colores brillantes, trajes de tweed y seda; canastas y carros de mercado que reunían las necesidades básicas, con las necesidades del deseo.

Es tal vez el deseo de todas llegar a entrar a un supermercado vestidas de Chanel, al punto de que todo pareciera ser perfecto y así las necesidades del mercado básico se volvieron igual de importantes a la necesidad de cumplir las ambiciones. Son dos mundos opuestos, pero en un solo ambiente se vuelven la revelación moderna del lujo, como diría Lagerfield. Lo nuevo no pues es entender ambos mundos como opuestos. Lo nuevo es entender que Chanel es parte básica del mundo, tan básica como lo es un supermercado y por ende la modernidad de las cosas caras, es ser parte incluso del mundo más común.

La moda es un supermercado
Por Viviana Salcedo


Para Gabrielle Chanel lo más importante era vestir a la mujer trabajadora, ella era la inspiración para crear el sastre de tweed, quería que aquella mujer se viera como una mujer poderosa pero ante todo cómoda, además, les concedió una línea de ropa deportiva y así introdujo el jersey en el vestuario. Chanel entendía las necesidades de la mujer de la época post-guerra.

Karl Lagerfeld al parecer quiere seguir los pasos de su antecesora, con la colección prêt-à-porter otoño/invierno 2014/2015 busca democratizar un poco más la moda. Desde trajes para hacer ejercicio, sastres reinventados, abrigos hechos con la infame tela acolchada, maxi-collares de cadenas con un gran candado colgando, y lo más importante, los tennis. “Sí quiere lucir verdaderamente ridícula, vaya en tacones al supermercado”, expresó Lagerfeld. La colección fue una declaración de cómo la mujer moderna debe cumplir en su vida con actividades cotidianas, sin perder el sentido por la moda, y Lagerfeld le asegura que Chanel, es la marca que la ayudará a conseguirlo.


La atmósfera del desfile, un supermercado lleno de artículos que normalmente se encontrarían, pero con la gran diferencia de que todos los artículos estaban contramarcados bajo el nombre de Chanel, y la idea de embellecer cada uno de los productos. Unas bolsas de basura estaban bajo el nombre de sac plus belle (bolsa más bella), tapetes para la entrada impresos con la frase “Mademoiselle Privé”, también, colgaban anuncios de 20 y 50% más, reafirmando su status como marca de lujo, no hay descuentos.  Al final del desfile, los espectadores podían entrar a su supermercado y hacer “las compras”.


Y así Lagerfeld concluía su celebración épica del consumismo, el concepto fue una completa sátira al consumo y una crítica a la cultura pop, y así afirmó “La moda es un supermercado, también puede hacer compras”.


 



Planeta falto de oxigeno

 Por Laura Ramírez




La modelo se dirige hacia el final del camino, manteniendo su perfil ligeramente alzado, mientras camina con un peculiar paso aviario, desarrollado para lucir de manera óptima la línea de su vestido, todos la miran y  sabe quien tiene al lado.

 No dirige ni una sola mirada hacia los simples mortales que se hallan sentados en el pasillo; no es la única en el camino, sabe que alguien, por mas mínimo que sea, la observa; su atención se focaliza por completo en el arsenal de lentes fotográficas situadas al final de la pasarela, que lanzarán su imagen al torbellino global de los medios de comunicación en el preciso instante en que se dé la vuelta.

 La modelo hace una pausa al final de su decidida marcha, adelanta una pierna y coloca una mano en una cadera que sobresale, y con la otra, lo agarra aún mas fuerte, finalmente, sonríe mientras los flashes destellan su alrededor como los relámpagos de una tormenta de verano.

 Tras darle al público lo que éste desea, gira imperiosamente (sin parecer torpe) balanceando su mano para parecer aún más relajada, pero su mano está igual o peor de firme que la de ella,  les arroja una despectiva mirada de inaccesibilidad, antes de reanudar su marcha llena de determinación para regresar a ese planeta falto de oxígeno en el que sólo habitan modelos, diseñadores de moda y multimillonarios.


Sonríe. Es verdad, las probabilidades de que haga el ridículo cada vez son mayores, pero lo observa, sus ojos están serenos, aunque su mano la aprete cada vez más fuerte, sabe que aún no tiene miedo, quién sabe qué estará pensando, su mirada se pierde en el viento y se agita junto a quién sabe qué pensamientos. Ella es feliz de verlo así de sereno, se vuelve de repente, la mira y parece leerle el pensamiento. No dice nada, y en sus ojos hay un auténtico deseo, una ligera nostalgia, una media sonrisa, un entusiasmo empañado, tal vez una cosa que se muere por decir pero no puede. 

¿Chanel hasta en la sopa?

Minuto a minuto, foto tras foto, instagram se empezó a llenar de diferentes productos bajo la marca Chanel, comentarios inmediatos como “¿Chanel va a vender spaghetti?”, “¿Vieron? Chanel va a vender agua”, “¿Comida Chanel?”, no se hicieron esperar. Llegando a pensar que la famosa casa incursionaría en una nueva idea de negocio. Pues para desgracia de algunos y para fortuna de todos Chanel presentó su última colección prêt-à-porter otoño/invierno 2014/2015.

Karl Lagerfeld convirtió el Gran Palais en lo más común y cotidiano, un supermercado pero no uno cualquiera, sino un supermercado CHIC, ese al cual nadie se resistiría. Y es que ¿Quién le diría “no”, a un lugar donde todo es perfecto, donde hasta las verduras son objeto de deseo y todo es único, un supermercado en el que quisiéramos comprar cada semana? Chanel demostró que puede apropiarse de cualquier lugar y en esta ocasión lo logró con una colección urban-chic joven y divertida.

Indudablemente es un acercamiento al mercado masivo sin perder el lujo y el prestigio que siempre han tenido, demostrando que Chanel es un estilo de vida que no es inalcanzable y que se puede encontrar en cualquier espacio, pero que es realmente diferente. Ver el recorrido de las modelos por todos los pasillos en zapatillas o botas y no en tacones aguja de 15 centímetros, hicieron que las prendas fluyeran con naturalidad conectándose con la atmosfera sin que las prendas se vieran forzadas, mostrando  mujeres modernas, elegantes y únicas que pueden estar y versen espectaculares en cualquier lugar.

 Perderse en los pasillos del supermercado Chanel es recorrer cada uno de sus detalles (las cremalleras en la cintura, los brillos de las prendas y zapatos, los forros coloridos, las extensiones de tweed, los volúmenes y las siluetas). Una colección tan diversa en materiales, texturas y colores que termina siendo como una verdadera visita a un supermercado en donde eres libre de elegir.

Por último los accesorios no pasaron desapercibidos dentro de la colección y fueron la cereza del pastel, con su propia fuerza se hicieron visibles entre tantos objetos las grandes cadenas y candados, las infaltables perlas, el tweed en las gafas de sol y los diversos bolsos y canastas que completaron cada look.

Luego de ver cada minuto y look de esta colección puedo decir que Chanel tiene la capacidad de hacer lo quiera, en donde quiera y el poder para que cada creación sea un objeto de deseo. Luego de esto solo queda la expectativa y la misma pregunta tras cada temporada ¿Y ahora qué harán?

martes, 11 de marzo de 2014

Una de las nuestras en El Heraldo

Los invitamos a leer la columna de opinión para El Heraldo escrita por María Fernanda Matus, una de nuestras egresadas de la carrera de Mercadeo y Comunicación de la moda. La columna fue escrita el domingo 9 de marzo, día de las elecciones (si la leen sabrán por qué esta información es importante). El equipo de laspalabrasdesvestidas le desea a María Fernanda la mejor suerte y muchos éxitos en el mundo de la escritura.
http://www.elheraldo.co/columnas-de-opinion/el-voto-en-blanco-no-pega-145529

lunes, 10 de marzo de 2014

Magda Goebbels, la mujer trendy de los Nazis







Por: Helena Fadul

El Führer del III Reich veía en ella la imagen ideal de la mujer aria, aquella que podía izar su bandera de perfección de la raza, el ejemplo a seguir de una nación pura, que exigía acabar con el libertinaje de la mujer de los locos años 20 en una Europa desaforada.
En 1938, Magda Goebbels, la esposa del Ministro de Propaganda de la Alemania Nazi, Joseph Goebbels, no solo aspiraba a convertirse en la Primera Dama de la Nación (situación que la enaltecía aún más, ya que Hitler era soltero), también fue la primera mujer en recibir La Cruz de Honor de la Madre Alemana”, como premio por sus 7 hijos aportados a la patria de la perfección: guardiana de la raza superior,  deber de procreación,  buenas costumbres, ama de casa; alta, rubia, atlética y  saludable.
Sinónimo de hijos rubios, sanos y vigorosos que regenerarían la etnia caucásica, la perfecta para la Alemania nazi. Tal fue su apasionamiento por el Führer, que los nombres de los 6 hijos que tuvo con Goebbels iniciaban con la H: Helga, Hildegard, Helmut, Holdine, Hedwig y Heidrun. 
Sin embargo, en su yo interno, Magda mostraba una dualidad entre cumplir con los preceptos de su amor apasionado, enfermizo e incondicional hacia el  III Reich y su impetuosa,  salvaje e irrestricta  negación  a  abandonar su imagen glamurosa, apoyada en la exquisitez banal  de la moda, especialmente en  sus costosos  zapatos de diseñador que borraban en un instante su origen como hija de una criada.


Mientras la mayoría de las mujeres europeas a finales de los 30 fueron obligadas por la guerra y por la orden de “Limitación de Suministro”, a transformar la ropa de hombre en trajes de mujer estilo sastres; a dejar de utilizar las fibras naturales y pieles y utilizar en cambio la viscosa y el rayón, que también agotaron su inventario a medida que la guerra se extendía cual melcocha elástica; mientras fueron obligadas a ver la lona como un material más importante que la seda, por su resistencia en campos de batalla, Magda Goebbels tuvo el privilegio de lucir como la trendy del III Reich, gracias a los vestuarios incautados a las mujeres pudientes de la raza judía. A través de ella,  Hitler cumplía con su propósito de convertir a Berlín en eje mundial de la Moda, desplazando a una Francia cuyos diseñadores se exiliaron a causa de la guerra. 


A partir de 1943, Alemania empezó a sufrir las mismas carencias que tuvieron los demás países; nunca se imaginaron que fuera tan larga la batalla. La moda militar mandaba la parada porque a raíz de la guerra las mujeres tuvieron que ocupar los cargos de los hombres que estaban en trincheras. Y largos fueron los días para la perfecta Aria, Magda Goebbels, quien se negaba a bajar de su altar y de sus tacones. No quería imaginar  tener que maquillar sus piernas semejando las medias de nylon que, por causa de la terrible escasez, las mujeres tuvieron que aprender a reemplazar por empaste de color y dibujar con  perfección habilidosa la vena posterior de la costura que las caracterizaba.
A raíz del suicidio de su amo y señor Hitler junto a su amante Eva Braun -convertida en esposa de última hora-, un día después, el 1 de mayo de 1945,  Magda, en un arrebato patriótico y de supuesto honor,  envenena a sus hijos y de paso, se suicida junto a su esposo.  Con antelación ordenan  a sus subalternos que sus restos sean  incinerados para no ser exhibidos como trofeos de  derrota y no ser expuestos a la burla de unos  opositores triunfadores.
No sólo sus cenizas terminaron en una alcantarilla o en el río Elba, aún no está claro; sólo sabemos  que  sus mejores  atuendos  fueron  objeto de deseo de aquellas mujeres que tuvieron que resignarse con la lona, las cortinas y los vestidos viejos de hombres, sus únicos recursos para lucir dignamente en una Segunda Guerra Mundial que jamás imaginaron vivir.  Adiós a la Trendy Magda Goebbels, reina y señora de la Moda Nazi.




Vreeland exhibit shows opulence of India



Compartimos esta joya. Se trata de un artículo del Columbia Daily Spectator, publicado en 1986, sobre cómo una exposición del esplendor de India dirigida (llama la atención que no utilicen ni una vez la palabra "curada") por Diana Vreeland para el MET refleja la falta de espacios para las exhibiciones de moda en Nueva York y en el mundo. 
Esperamos que lo disfruten. 


Noticia extraída de Columbia Daily Spectator, Volume CX, Number 80, 13 February 1986