lunes, 10 de marzo de 2014

Magda Goebbels, la mujer trendy de los Nazis







Por: Helena Fadul

El Führer del III Reich veía en ella la imagen ideal de la mujer aria, aquella que podía izar su bandera de perfección de la raza, el ejemplo a seguir de una nación pura, que exigía acabar con el libertinaje de la mujer de los locos años 20 en una Europa desaforada.
En 1938, Magda Goebbels, la esposa del Ministro de Propaganda de la Alemania Nazi, Joseph Goebbels, no solo aspiraba a convertirse en la Primera Dama de la Nación (situación que la enaltecía aún más, ya que Hitler era soltero), también fue la primera mujer en recibir La Cruz de Honor de la Madre Alemana”, como premio por sus 7 hijos aportados a la patria de la perfección: guardiana de la raza superior,  deber de procreación,  buenas costumbres, ama de casa; alta, rubia, atlética y  saludable.
Sinónimo de hijos rubios, sanos y vigorosos que regenerarían la etnia caucásica, la perfecta para la Alemania nazi. Tal fue su apasionamiento por el Führer, que los nombres de los 6 hijos que tuvo con Goebbels iniciaban con la H: Helga, Hildegard, Helmut, Holdine, Hedwig y Heidrun. 
Sin embargo, en su yo interno, Magda mostraba una dualidad entre cumplir con los preceptos de su amor apasionado, enfermizo e incondicional hacia el  III Reich y su impetuosa,  salvaje e irrestricta  negación  a  abandonar su imagen glamurosa, apoyada en la exquisitez banal  de la moda, especialmente en  sus costosos  zapatos de diseñador que borraban en un instante su origen como hija de una criada.


Mientras la mayoría de las mujeres europeas a finales de los 30 fueron obligadas por la guerra y por la orden de “Limitación de Suministro”, a transformar la ropa de hombre en trajes de mujer estilo sastres; a dejar de utilizar las fibras naturales y pieles y utilizar en cambio la viscosa y el rayón, que también agotaron su inventario a medida que la guerra se extendía cual melcocha elástica; mientras fueron obligadas a ver la lona como un material más importante que la seda, por su resistencia en campos de batalla, Magda Goebbels tuvo el privilegio de lucir como la trendy del III Reich, gracias a los vestuarios incautados a las mujeres pudientes de la raza judía. A través de ella,  Hitler cumplía con su propósito de convertir a Berlín en eje mundial de la Moda, desplazando a una Francia cuyos diseñadores se exiliaron a causa de la guerra. 


A partir de 1943, Alemania empezó a sufrir las mismas carencias que tuvieron los demás países; nunca se imaginaron que fuera tan larga la batalla. La moda militar mandaba la parada porque a raíz de la guerra las mujeres tuvieron que ocupar los cargos de los hombres que estaban en trincheras. Y largos fueron los días para la perfecta Aria, Magda Goebbels, quien se negaba a bajar de su altar y de sus tacones. No quería imaginar  tener que maquillar sus piernas semejando las medias de nylon que, por causa de la terrible escasez, las mujeres tuvieron que aprender a reemplazar por empaste de color y dibujar con  perfección habilidosa la vena posterior de la costura que las caracterizaba.
A raíz del suicidio de su amo y señor Hitler junto a su amante Eva Braun -convertida en esposa de última hora-, un día después, el 1 de mayo de 1945,  Magda, en un arrebato patriótico y de supuesto honor,  envenena a sus hijos y de paso, se suicida junto a su esposo.  Con antelación ordenan  a sus subalternos que sus restos sean  incinerados para no ser exhibidos como trofeos de  derrota y no ser expuestos a la burla de unos  opositores triunfadores.
No sólo sus cenizas terminaron en una alcantarilla o en el río Elba, aún no está claro; sólo sabemos  que  sus mejores  atuendos  fueron  objeto de deseo de aquellas mujeres que tuvieron que resignarse con la lona, las cortinas y los vestidos viejos de hombres, sus únicos recursos para lucir dignamente en una Segunda Guerra Mundial que jamás imaginaron vivir.  Adiós a la Trendy Magda Goebbels, reina y señora de la Moda Nazi.




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