La modernidad de las cosas caras
Por Tatiana Samper
http://ftalests.tumblr.com
Ir
al supermercado es una de las acciones más comunes en el mundo actual. Sin
embargo, se pensaría ¿qué tan probable es la visita a dicho mundo común por
parte del mundo de clase y glamour de Chanel? Lo más fácil sería pensar que el encuentro
de estos dos mundos, el glamouroso y el común, seria casi imposible, como mucho
una casualidad.
Con esta pasarela ese pensamiento quedó atrás. Karl Lagerfield, director creativo
de la marca y diseñador de la colección mencionó, “¿Por qué un supermercado? Es
algo de la vida de hoy y hasta las personas que se visten de Chanel van allá, es
una declaración moderna de las cosas caras" (Chic,
2014) .
Es evidente su pronunciación a lo largo de la pasarela de otoño/invierno 2014,
pero incluso va más allá. Es el mundo de Chanel inmerso en el mundo cotidiano,
moderno y común. Y sí, evidentemente lo cotidiano y lo común a simple vista se
convirtieron en la ambientación perfecta para la revelación de un lujo moderno.
Jabones, escobas, frutas, pastelería hicieron del Gran Palais un supermercado, con
descuentos, avisos e incluso anuncios por altoparlante. Pero quién iba a decir
que se trataba de un supermercado de lujo, su nombre lo decía “Chanel shopping
center” donde absolutamente todos los productos cambiaron su verdadero nombre por juegos de palabras que envuelven el fascinante mundo de Chanel. Un mundo
que nunca ha dejado de deslumbrar y siempre se ha mostrado como lo más alto, un mundo de aspiraciones, de deseos, completamente lo contrario a lo común de lo
cotidiano, a lo que necesitamos. Convinieron entonces en un mismo ambiente y
con él aparecieron junto a colores brillantes, trajes de tweed y seda; canastas
y carros de mercado que reunían las necesidades básicas, con las necesidades
del deseo.
Es
tal vez el deseo de todas llegar a entrar a un supermercado vestidas de Chanel,
al punto de que todo pareciera ser perfecto y así las necesidades del mercado
básico se volvieron igual de importantes a la necesidad de cumplir las
ambiciones. Son dos mundos opuestos, pero en un solo ambiente se vuelven la
revelación moderna del lujo, como diría Lagerfield. Lo nuevo no pues es entender
ambos mundos como opuestos. Lo nuevo es entender que Chanel es parte básica del
mundo, tan básica como lo es un supermercado y por ende la modernidad de las
cosas caras, es ser parte incluso del mundo más común.
La moda es un supermercado
Por Viviana Salcedo
Para Gabrielle Chanel lo más importante era vestir a la mujer trabajadora, ella era la inspiración para crear el sastre de tweed, quería que aquella mujer se viera como una mujer poderosa pero ante todo cómoda, además, les concedió una línea de ropa deportiva y así introdujo el jersey en el vestuario. Chanel entendía las necesidades de la mujer de la época post-guerra.
Karl Lagerfeld al parecer quiere seguir los pasos de su antecesora, con la colección prêt-à-porter otoño/invierno 2014/2015 busca democratizar un poco más la moda. Desde trajes para hacer ejercicio, sastres reinventados, abrigos hechos con la infame tela acolchada, maxi-collares de cadenas con un gran candado colgando, y lo más importante, los tennis. “Sí quiere lucir verdaderamente ridícula, vaya en tacones al supermercado”, expresó Lagerfeld. La colección fue una declaración de cómo la mujer moderna debe cumplir en su vida con actividades cotidianas, sin perder el sentido por la moda, y Lagerfeld le asegura que Chanel, es la marca que la ayudará a conseguirlo.
La atmósfera del desfile, un supermercado lleno de artículos que normalmente se encontrarían, pero con la gran diferencia de que todos los artículos estaban contramarcados bajo el nombre de Chanel, y la idea de embellecer cada uno de los productos. Unas bolsas de basura estaban bajo el nombre de sac plus belle (bolsa más bella), tapetes para la entrada impresos con la frase “Mademoiselle Privé”, también, colgaban anuncios de 20 y 50% más, reafirmando su status como marca de lujo, no hay descuentos. Al final del desfile, los espectadores podían entrar a su supermercado y hacer “las compras”.
Y así Lagerfeld concluía su celebración épica del consumismo, el concepto fue una completa sátira al consumo y una crítica a la cultura pop, y así afirmó “La moda es un supermercado, también puede hacer compras”.
Planeta
falto de oxigeno
Por Laura Ramírez
La modelo se dirige hacia el final
del camino, manteniendo su perfil ligeramente alzado, mientras camina con un
peculiar paso aviario, desarrollado para lucir de manera óptima la línea de su
vestido, todos la miran y sabe quien tiene al lado.
No dirige ni una sola mirada hacia los simples
mortales que se hallan sentados en el pasillo; no es la única en el camino,
sabe que alguien, por mas mínimo que sea, la observa; su atención se focaliza
por completo en el arsenal de lentes fotográficas situadas al final de la
pasarela, que lanzarán su imagen al torbellino global de los medios de
comunicación en el preciso instante en que se dé la vuelta.
La modelo hace una pausa al final de su decidida
marcha, adelanta una pierna y coloca una mano en una cadera que sobresale, y con
la otra, lo agarra aún mas fuerte, finalmente, sonríe mientras los flashes
destellan su alrededor como los relámpagos de una tormenta de verano.
Tras darle al público lo que éste
desea, gira imperiosamente (sin parecer torpe) balanceando su mano para
parecer aún más relajada, pero su mano está igual o peor de firme que la de
ella, les arroja una despectiva mirada
de inaccesibilidad, antes de reanudar su marcha llena de determinación para
regresar a ese planeta falto de oxígeno en el que sólo habitan modelos,
diseñadores de moda y multimillonarios.
Sonríe. Es verdad, las
probabilidades de que haga el ridículo cada vez son mayores, pero lo observa, sus
ojos están serenos, aunque su mano la aprete cada vez más fuerte, sabe que aún
no tiene miedo, quién sabe qué estará pensando, su mirada se pierde en el
viento y se agita junto a quién sabe qué pensamientos. Ella es feliz de verlo así
de sereno, se vuelve de repente, la mira y parece leerle el pensamiento. No
dice nada, y en sus ojos hay un auténtico deseo, una ligera nostalgia, una
media sonrisa, un entusiasmo empañado, tal vez una cosa que se muere por decir
pero no puede.
¿Chanel
hasta en la sopa?
Minuto a minuto, foto tras foto, instagram se empezó
a llenar de diferentes productos bajo la marca Chanel, comentarios inmediatos
como “¿Chanel va a vender spaghetti?”, “¿Vieron? Chanel va a vender agua”,
“¿Comida Chanel?”, no se hicieron esperar. Llegando a pensar que la famosa casa
incursionaría en una nueva idea de negocio. Pues para desgracia de algunos y para
fortuna de todos Chanel presentó su última colección prêt-à-porter otoño/invierno
2014/2015.
Karl Lagerfeld convirtió el Gran Palais en lo más
común y cotidiano, un supermercado pero no uno cualquiera, sino un supermercado
CHIC, ese al cual nadie se resistiría. Y es que ¿Quién le diría “no”, a un
lugar donde todo es perfecto, donde hasta las verduras son objeto de
deseo y todo es único, un supermercado en el que quisiéramos comprar cada
semana? Chanel demostró que puede apropiarse de cualquier lugar y en esta
ocasión lo logró con una colección urban-chic joven y divertida.
Indudablemente es un acercamiento al mercado masivo
sin perder el lujo y el prestigio que siempre han tenido, demostrando que
Chanel es un estilo de vida que no es inalcanzable y que se puede encontrar en
cualquier espacio, pero que es realmente diferente. Ver el recorrido de las modelos
por todos los pasillos en zapatillas o botas y no en tacones aguja de 15
centímetros, hicieron que las prendas fluyeran con naturalidad conectándose con
la atmosfera sin que las prendas se vieran forzadas, mostrando mujeres modernas, elegantes y únicas que
pueden estar y versen espectaculares en cualquier lugar.
Perderse en
los pasillos del supermercado Chanel es recorrer cada uno de sus detalles (las
cremalleras en la cintura, los brillos de las prendas y zapatos, los forros
coloridos, las extensiones de tweed, los volúmenes y las siluetas). Una
colección tan diversa en materiales, texturas y colores que termina siendo como
una verdadera visita a un supermercado en donde eres libre de elegir.
Por último los accesorios no pasaron desapercibidos
dentro de la colección y fueron la cereza del pastel, con su propia fuerza se
hicieron visibles entre tantos objetos las grandes cadenas y candados, las
infaltables perlas, el tweed en las gafas de sol y los diversos bolsos y
canastas que completaron cada look.
Luego de ver cada minuto y look de esta colección
puedo decir que Chanel tiene la capacidad de hacer lo quiera, en donde quiera y
el poder para que cada creación sea un objeto de deseo. Luego de esto solo
queda la expectativa y la misma pregunta tras cada temporada ¿Y ahora qué
harán?
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