lunes, 3 de noviembre de 2014

FRANK CROWNINSHIELD


Por Santiago Salgado
Se puede decir que termine en Vogue por accidente, ya que en Vogue veía todo lo que me aburría de la vida. Nací en Paris, mis padres eran americanos, los describiría como “buenos, pero pobres”.  Mi papa no era del todo un mendigo, solo un poeta con excesos peligrosos de buena voluntad y credulidad. Su familia en cambio no era solo poderosa económicamente sino también en la política.
Al crecer viendo a mi papa y aprendiendo de su familia, sabia con quien ser visto en los eventos sociales y con quien no, pero nunca me tomaba nada muy enserio, al fin y al cabo solo eran personas de sociedad, y a mi me aburrían con facilidad, no como a la editora de Vogue Edna Woolman Chase, que se tomaba los eventos con tanta seriedad, siempre sentí que no le caía muy bien a ella, y por eso terminamos en revistas tan diferentes, ella en Vogue, un revista hecha por las señoras de sociedad para las señoras de sociedad y yo en Vanity Fair.
Cuando Conde Nast me sacó del Metropolitan siendo yo el crítico de arte de la revista y me puso como editor en jefe de Dress&Vanity Fair. Lo primero que le dije fue – esta muy largo el titulo, y ya tienes a Vogue para la moda, quiero sacar todo que lo trate con moda de esta revista, quiero que solo se encuentre arte, literatura, opera, música, y deporte en ella-
Y así fue, la primera edición que salió editada por mí no se llamo Dress&Vanity Fair sino simplemente Vanity Fair, y se volvió todo lo que había esperado, me enfoqué en los talentos emergentes de la literatura tales como Aldous HuxleyT. S. EliotGertrude Stein, y hasta algunas de las primeras obras de F. Scott Fitzgerald fueron publicadas por la revista.
Poco a poco las paginas de anuncio fueron bajando, pero en verdad no me molesto, me aburría absurdamente pensar en plata y en paginas de publicidad, y si no era interesante simplemente lo ignoraba, duré perdido en un torbellino de los mejores literatos del momento, la opera, y el arte, hasta Diciembre 31, de 1936 cuando tuvimos que anunciar que la revista dejaría de circular por si sola, y en vez se convertiría en parte de la Vogue que tanto me aburría con sus reportajes de eventos de sociedad y sus tendencias de ultimo minuto.
Me resigne y me volví parte del ejercito de Edna Woolman Chase, porque así haya sido un accidente terminar en Vogue, al menos podría aprender a hablar de eventos de sociedad sin terminar como mi padre, el mendigo con mejores modales con el cual te podrías topar en Paris, riendo de la sociedad que dejo atrás.

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