jueves, 8 de enero de 2015

Memorando al señor Newhouse de por parte de alguien que no tiene nada que ver con Vogue

Por Ana María Jaramillo



Agosto 5/1988
New Jersey
Estados Unidos


Señor Si Newhouse
CEO Condé Nast
Condé Nast Headquarters


Estimado Señor Newhouse,

Siento mucho molestarlo el día de hoy, pues se de buena fuente que el mundo editorial y periodístico de hoy en día es sumamente agobiante y estresante. Sin embargo, debo comentarle, lo antes posible mi gran molestia. 

Verá, el día de ayer me encontraba tomando una taza de té, sentada en el sillón de mi casa, no es algo de gran importancia. (Asumo que usted está pensando en este momento que esta carta es un chiste, le ruego siga leyendo hasta el final). Me encontraba intentado relajarme, pues había tenido un día muy tensionante en el trabajo. Trabajo que, debo decir, no es fácil de realizar, requiere de mucha entrega, dedicación y fuerza. Fuerza, señor Newhouse, porque muchas mujeres están detrás de él y sin razón uno puede perderlo. El caso, espero no divagar mucho, me encontraba, como le decía en un momento de calma cuando, de repente, vi la noticia en el televisor. Inmediatamente la taza de té cayó al piso con tal estruendo que juro tembló todo el recinto. De ante mano le informo que me debe un set de vajilla, pues por su culpa he descompletado el juego de cerámica. 

Creo que usted sabe de la noticia que le estoy hablando, el despido de Grace Mirabella de la revista que a usted le pertenece y sobre la cual usted toma sus decisiones. Mi sorpresa y sobresalto fue, no sólo por el despido injustificado y sin fundamentos de la tan aclamada editora de Vogue, sino porque tengo entendido que, peor aún ella nunca fue notificada del caso, y sí, por el contrario se tuvo que enterar de la manera que yo lo hice, por la televisión.  Lo anterior lo puedo asegurar justificado con las mejores fuentes.

¿No le parece a usted un acto de cobardía de su parte? ¿No le parece a usted que una mujer que le ha dado tanto a usted merece respeto y consideración? Le recuerdo, señor Newhouse, en caso de que su memoria le haya jugado una mala pasada que bajo el mando de Mirabella su revista resurgió de la mejor manera, incluso cuando las cosas nunca fueron fáciles para ella. 
Antes de entrar en materia de cifras, me gustaría ilustrarlo un poco con aquellas situaciones y aspectos con las que la mujer que usted vilmente despidió recientemente y reemplazó con la mujer que no sólo trabajó a su lado, sino que aseguró que quería el puesto que ella tenía, Anna Wintour. 

Grace Mirabella no tuvo una vida fácil en Vogue. Desde que trabajó con Diana Vreeland tuvo tropiezos. Para Vreeland, ella nunca fue su compañera y mano derecha era, mas bien, y cito “la secretaria”. Claro, ella nunca fue aceptada porque no venía, o creía venir de una cuna de oro, como todas sus antecesoras, ella era hija de padres pertenecientes a la clase trabajadora. Ella nunca fue tan sofisticada como Vreeland, mucho menos veía un mundo tan decorado y recargado como ella. Por el contrario, Mirabella era un visionara con los pies en la tierra, visión que luego fue la sanación para su revista, señor Newhose. 

Grace tuvo la valentía de luchar por algo distinto y no pertenecer al culto de adoración a Diana. Por el contrario, pudo ver la luz y la oportunidad que traía consigo la nueva ola de feminismo que se estaba dando en el país. Mirabella, valientemente asumió el riego de darle una nuevo visión a la revista al introducir más texto y elevar el contenido. Bajo su mando, la revista contó historias de salud, política, y todos los temas del momento, sin dejar de lado el lado de la moda. Ella supo entender a la mujer del momento. Ella vio lo que los demás obviaron.

Le recuerdo, señor, que elle creía fuertemente en un estilo mas fácil y sin esfuerzos, un estilo más americano. Bajo su tutela la revista fue pionera de apoyar a un nuevo tipo de diseño YSL y Ungaro. Fue gracias a ella que la revista abogó Halston, Ralph Lauren, Calvin Klein e Isaac Mizrahi, los nuevos maestros. 

Si esto no es suficiente para usted, entraré a hablarle de sus preciadas cifras. Aún así algunos del mundo fashionista  estuviesen en contra de ella, los consumidores nunca lo estuvieron. Durante sus casi dos décadas en la ofician del editor, la circulación de la revista incrementó de 400.000 a 1.2 millones. Es aquí donde puede cuestionarse usted, si de no haber sido por ella, su amada y preciada revista hubiese sobrevivido en los años 70.

No quiero extenderme mucho, solo quiero comentarle mi consternación respecto al tema. No quiero que piense, en ningún momento, que estoy asegurando Mirabella no puede ser reemplazada, usted tendrá sus razones. Lo que si quiero decirle sin tapujos es que a usted le falta delicadeza, le falta respeto y que está cegado por la ambición. No si en algún momento le enseñaron que la gente debe recibir de lo que da, y le aseguro, señor Newhouse, que usted nunca tuvo problemas con Grace, por el contrario ella lo único que hizo fue dar todo de si.  Para futuras ocasiones, le recomiendo que, ante todo sea más humano, y que se detenga un momento para ver más allá de los número y de las influencias, pues las personas también importan.

Se que mi voz y lo que crea a usted no le importa en este momento, pero debería importarle que su comportamiento es digno de una sanción laboral.



Gracias por su atención,

Sin más reparo,

Grace Mirabella.
Editora de Vogue hasta la noche de ayer

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