Siento
que esa sencilla frase, y esa foto, son
una especie de manifiesto del mundo de los blogs, y quizás, la mejor
explicación del gran éxito que han tenido estos en los últimos tiempos. A
diferencia de los grandes medios impresos, cargados de compromisos, los bloggeros,
desde sus pequeños cuartos, a punta de escribir solo sobre las cosas que les
gustan, han logrado captar cada vez más la atención y la confianza de los
lectores y han puesto en jaque a las grandes revistas y periódicos de toda la
vida.
El
caso de Tavi es un caso emblemático del fenómeno de los blogs: a punta de escribir sobre las cosas que le gustan, y se ve a leguas que lo que más le gusta es el mundo es la moda, ha
conseguido que cada día visiten su página más de cincuenta mil personas, que
los principales diseñadores le manden a su casa ropa especialmente hecha para
ella con la esperanza de que hable de ellos en su blog, y que los organizadores
de los más prestigiosos desfiles le den siempre una silla de honor al lado de
las celebridades, de las grandes vacas sagradas: Ann Wintour, Franca Sozzani,
Anna dello Russo.
Cualquiera
que entra a su blog se da cuenta de que Tavi disfruta mucho escribiendo cada una de sus entradas y es fácil,
inclusive para los que estamos un poco al margen de la moda, contagiarnos
irremediablemente con el entusiasmo que se siente en todo lo que está allí
publicado. Nada es pretencioso: ni la diagramación, ni los temas, ni las
palabras que escoge para contarnos las cosas que le pasan cada día. No trata de
ser una comentarista experta dictando cátedra, sino simplemente una niña de
diecisiete años opinando (para sus amigas) sobre las cosas que le gustan y no
le gustan de la ropa.
Hago
un breve recorrido por algunos de los últimos posts de su blog en donde todo esto
se hace evidente. Me detengo en uno que se llama Vomit Pink y que tiene un
video en donde nos muestra las páginas de un libro-collage que está haciendo
con recortes de afiches “cursis” de los años setenta: unicornios, arcoiris,
parejas de enamorados en bancas dándose besos, cascadas, gatos con moños. Y luego en otro donde aparece ella en una
foto, riéndose, frente a su casa, con un vestido rojo, unas medias moradas y
unos zapatos blancos. Luego me quedo un rato leyendo sus opiniones de un
desfile al que fue con un sombrero de flores fucsia plásticas compradas en una
tienda de todo por un dolar. Y finalmente llego a un post reciente en donde
nos muestra una colección de anillos y de collares que está haciendo a partir
de cosas viejas (alambres, tapas, pedazos de juguetes) que se ha ido
encontrando en su casa.
Debajo
de una de las fotos de una de sus amigas, una niña normal (no una modelo ni
nada por el estilo), leo una frase que
me parece conmovedora y que, tomando prestadas sus palabras, también yo podría
decir que me deja medio muerto y terminando de escribir esta reseña como un
fantasma:
“Kristina's hat killed me a little, but then her necklace was
glasses and her bag scarf had horses on it and then i died completely and this
is actually my ghost writing this post, right now”
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