viernes, 19 de febrero de 2016

Demencia


por Daniela Dúran

Mis primeros recuerdos son del estudio de arte de mi madre y la mágica forma en la que los ojos de sus retratos me seguían mientras caminaba por el lugar. Mi madre siempre ha sido mi mayor apoyo, ha sido mi inspiración: gracias a ella soy el artista que soy.  Y ahora,  al verla perder su cabeza, yo al igual que ella me estoy enloqueciendo.  

¡Doctor Rimbaud, ya no sé que hacer! La situación ha empeorado, cada vez se le nota más la pérdida, presenta alteraciones en la memoria y la razón, adicional a los trastornos en su conducta. Últimamente la veo caminar por los jardines vistiendo  sus antiguos trajes bohemios que portaba cuando vivíamos en París. Sin embargo, esto no es lo que me preocupa, algo que aprendí de ella fue su espíritu libre y la admiro mucho por eso. No obstante, cuando está en el jardín comienza hablar sola. Lo anterior me causa gran preocupación ya que cuando me acerco a ella a indagar sobre este extraño comportamiento, me responde que está comunicándose con su amado: un pavo real.  Me cuenta que lo que más le gusta son sus eternas conversaciones en el reloj, en donde él le recita poemas de Baudelaire acerca del amor, y cómo puede encontrar el cielo, yéndose un poco al infierno. 

 Yo intento seguir las indicaciones que usted me dio de no actuar sorprendido, pues ella lo nota. Por esto mismo, he decidido cumplir sus deseos, retratándola junto con su amado en el jardín para mostrarle lo mucho que la amo. Esta situación me parte el alma, mi madre es la única persona que me queda. Doctor Rimbaud, por favor ayúdeme en esto, si tengo que caminar hasta África para buscar una cura lo haré con gusto. Si tengo que luchar contra los molinos de viento a lado de Don Quijote, con mi madre y el pavo para salvarla, también podría hacerlo. ¡Por favor Doctor! ¿Dígame que hacer?

Referencias: 




IMAGEN
Vogue Astrualia, https://monoymono.wordpress.com/2014/02/18/mia-wasikowska-para-vogue-australia/

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