miércoles, 9 de julio de 2014

Moda y belleza sin artificios


Por: Ana María Sierra




Esperé con ansias que se llegara el momento, había organizado cada detalle que conformaría mi primera editorial de moda, seria el evento más importante de mi carrera. En la revista se sentía un ambiente de tensión y expectativa, cada uno de los integrantes de mi equipo está velando por dar lo mejor de sí, las modelos, ya sentadas frente al espejo estaban siendo maquilladas, observé su reflejo y luego de dos aspiradas profundas de mi cigarrillo decidí que sus rostros debían estar menos coloridos, casi con la cara lavada, pues quería una belleza sin artificios . La ropa que usarían lo ameritaba, lo mismo pensé de sus peinados, pues deseaba mayor volumen en los risos. Las modelos Carol y Ana no eran de facciones finas, tenían las dos unas narices grandes como la mía, mi madre diría que feas.

Frank ya había organizado toda la ropa con los detalles de costura que le había pedido mejorar y realizó las adaptaciones que consideró necesarias a las prendas. Pobre Frank, cuántas veces le hice cambiar la abotonadura de esa chaqueta. En ese momento prendí mi quinto cigarrillo y me di cuenta de lo nerviosa que estaba, no me había percatado ni siquiera de lo que tenía puesto, pues esa mañana salí de mi casa con un afán de llegar a la revista a organizar lo ultimo que hacia falta. Llevaba puesta la falda roja de terciopelo que nunca usaba  y el tweed dorado con los zapatos de charol beige, de lo único que me percate fue de tener mis cigarrillos en la cartera.

La escenografía estaba perfecta, igual de sencilla a las prendas que se fotografiaron. El salón pintado de blanco hizo que los vestidos negros de las modelos con caídas perfectas y grandes escotes se resaltaran en medio de la simplicidad del escenario. Los tonos de blancos y negros y las sombras que Richard Avedon sabía aprovechar con su talento en el que yo confiaba, le dieron a esta editorial un toque mágico.       

La composición que yo tuve en mente para la editorial fue captada con éxito por Avedon con quien existia una muy buena comunicación. Definitivamente él sabia captar mis ideas, llegando al mas minucioso de los detalles en cuanto a las poses de las modelos; que en este caso usando guantes en sus manos para darle cierta elegancia a su posición, de una manera delicada simulaban sostener algo , lo que daba un toque de sensualidad. Me encantó cómo las caras de las modelos quedaron de perfil y resaltaron esas narices prominentes que hacían sombras con los sombreros de fieltros negros, un velo que cubría la frente y pequeños alfileres con diamantes de imitación. El detalle de los zapatos fue mío, los cordones negros eran del mismo tono del elegante vestido que llegaba ligeramente abajo de la rodilla.


Un sueño fue plasmado en unas imágenes que Avedon, con su destreza, logró de manera magistral y que con mis colaboradores pudimos hacer publica esta primera editorial, la que hizo parte de mi historia.

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