Por: Ana María Sierra
Esperé con ansias que se
llegara el momento, había organizado cada detalle que conformaría mi primera
editorial de moda, seria el evento más importante de mi carrera. En la revista
se sentía un ambiente de tensión y expectativa, cada uno de los integrantes de
mi equipo está velando por dar lo mejor de sí, las modelos, ya sentadas frente
al espejo estaban siendo maquilladas, observé su reflejo y luego de dos
aspiradas profundas de mi cigarrillo decidí que sus rostros debían estar menos
coloridos, casi con la cara lavada, pues quería una belleza sin artificios . La
ropa que usarían lo ameritaba, lo mismo pensé de sus peinados, pues deseaba
mayor volumen en los risos. Las modelos Carol y Ana no eran de facciones finas,
tenían las dos unas narices grandes como la mía, mi madre diría que feas.
Frank ya había organizado toda
la ropa con los detalles de costura que le había pedido mejorar y realizó las
adaptaciones que consideró necesarias a las prendas. Pobre Frank, cuántas veces
le hice cambiar la abotonadura de esa chaqueta. En ese momento prendí mi quinto
cigarrillo y me di cuenta de lo nerviosa que estaba, no me había percatado ni
siquiera de lo que tenía puesto, pues esa mañana salí de mi casa con un afán de
llegar a la revista a organizar lo ultimo que hacia falta. Llevaba puesta la
falda roja de terciopelo que nunca usaba
y el tweed dorado con los zapatos de charol beige, de lo único que me
percate fue de tener mis cigarrillos en la cartera.
La escenografía estaba
perfecta, igual de sencilla a las prendas que se fotografiaron. El salón
pintado de blanco hizo que los vestidos negros de las modelos con caídas
perfectas y grandes escotes se resaltaran en medio de la simplicidad del
escenario. Los tonos de blancos y negros y las sombras que Richard Avedon sabía
aprovechar con su talento en el que yo confiaba, le dieron a esta editorial un
toque mágico.
La composición que yo tuve en
mente para la editorial fue captada con éxito por Avedon con quien existia una
muy buena comunicación. Definitivamente él sabia captar mis ideas, llegando al
mas minucioso de los detalles en cuanto a las poses de las modelos; que en este
caso usando guantes en sus manos para darle cierta elegancia a su posición, de
una manera delicada simulaban sostener algo , lo que daba un toque de
sensualidad. Me encantó cómo las caras de las modelos quedaron de perfil y
resaltaron esas narices prominentes que hacían sombras con los sombreros de
fieltros negros, un velo que cubría la frente y pequeños alfileres con
diamantes de imitación. El detalle de los zapatos fue mío, los cordones negros
eran del mismo tono del elegante vestido que llegaba ligeramente abajo de la
rodilla.
Un sueño fue plasmado en unas
imágenes que Avedon, con su destreza, logró de manera magistral y que con mis
colaboradores pudimos hacer publica esta primera editorial, la que hizo parte
de mi historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario